Un poema grabado en 1915 sostiene la secuencia más impactante de la película de Danny Boyle Zombies, infancia y ritmo marcial en una escena de terror que se vuelve literaria.
El menor, de un año de edad, había sido alimentado con el lácteo en un restaurante. Los médicos dieron señales positivas sobre la evolución de su estado de salud.
Llevaban ocho años casados y habían sido padres de su primera hija juntos cuando resultaron ganadores. La historia de una pareja que pasó de proyectar un porvenir a mostrar su verdadera esencia.